
Continuó sus estudios superiores en la Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho. En la universidad hizo amistad con Manuel de Falla, quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular.
A partir de 1919, se mudo a Madrid, en
la Residencia de Estudiantes, donde hizo amistad con poetas de su
generación y artistas. En este ambiente, Lorca se dedicó no sólo a
la poesía, sino también a la música y el dibujo, y empezó a
interesarse por el teatro. Sin embargo, su primera pieza teatral, El
maleficio de la mariposa, fue un fracaso.
En 1921 publicó su primera obra en
verso, Libro de poemas, con
la cual consiguió llamar mucho la atención.
Tras el éxito de Canciones, Lorca
viajó a Nueva York en 1929, donde residió como becario durante un
año. Las impresiones que la ciudad imprimió en su ánimo se
materializaron en Poeta en Nueva
York, en contra de la civilización urbana. Las formas
tradicionales y populares de sus anteriores obras dejan paso en esta
otra a visiones apocalípticas.
Ya en España, en 1932 Federico García
Lorca lo nombraron director de La Barraca, compañía de teatro
universitario que se proponía llevar a los pueblos de Castilla el
teatro clásico del Siglo de Oro. Su interés por el teatro, responde
a un afán por llegar de la forma más directa posible al pueblo.
Así, los últimos años de su vida los consagró al teatro, a
excepción de dos libros de poesía: Diván
del Tamarit, conjunto de poemas inspirados en la poesía de
Al-Andalus, y el Llanto por Ignacio
Sánchez Mejías en 1936, hermosa elegía(género de poesía
lírica) dedicada a su amigo torero.
Las últimas obras de Federico García
Lorca son piezas teatrales como Yerma (1934) , Bodas
de Sangre (1933)... Entre toda ellas destaca La Casa de Bernarda Alba
(1936), donde la pasión por la vida de la joven Adela, encerrada en
su casa junto con sus hermanas oprimida bajo el comportamiento de una
madre tiránica, se rebelará sin temor a las últimas consecuencias.
De esta manera, su pasión por la vida se estrellará contra el muro
de incomprensión de su familia concluyendo todo con su eliminación.
Junto con la figura de la protagonista, destaca la serie de retratos
femeninos que realiza el autor.
La casa de Bernarda Alba, considerada
su obra maestra, fue también la última, ya que ese mismo año, al
estallar la guerra civil, fue detenido por las fuerzas franquistas y
fusilado diez días más tarde, bajo acusaciones poco claras que
señalaban de alterar el «orden social», en Alfacar, en el
1936.
Paula Fernández y Martín Corona
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