miércoles, 27 de abril de 2016

LOS PARAÍSOS FISCALES...

... UNA VERGÜENZA MUNDIAL

En esta noticia, hablaré acerca de un tema muy actual en nuestra sociedad. Se trata de los paraísos fiscales.
En primer lugar, definiré qué es un paraíso fiscal. Según la RAE, es un país o territorio donde la ausencia o parvedad de impuestos y controles financieros aplicables a los extranjeros residentes constituye un eficaz incentivo para atraer capitales del exterior.
Para los profesionales de la Hacienda Pública Española, son territorios de baja a nula tributación que, mediante normas específicas internas, garantizan la opacidad de las transacciones, con la ausencia absoluta de registros, formalidades y controles.

En los años 60, se sitúa el origen de los paraísos fiscales, pero en los años 80 se produce un impulso de la fuga internacional de dinero.
El desarrollo de las nuevas tecnologías conlleva la globalización de la economía dando lugar a una mayor circulación de capitales y a su vez un menor control del mismo.

Las características necesarias para considerar a un país o territorio un paraíso fiscal se pueden resumir en las siguientes:
• Poseen escasos o nulos convenios con otros países, en materia tributaria.
• Ofrecen a empresas y ciudadanos protección del secreto bancario y comercial.
• No poseen normas de control de movimientos de capitales (origen o destino). Esto permite el blanqueo de dinero y reciclaje de capitales.
• Tienen un sistema que permite la convivencia de un régimen tributario para los nacionales y otro para los extranjeros.
• Poseen una infraestructura jurídica, contable y fiscal que permite la libertad de movimiento de personas y bienes.



Podemos encontrar paraísos fiscales en todo el mundo, de hecho hay varios paraísos fiscales por continente. Existe una creencia errónea al pensar que los paraísos fiscales se encuentran en países lejanos o exóticos, islas pérdidas, etc..., pero por poner ejemplos, los hay en Europa: la Isla de Man, o Jersey, islas situadas en el Canal de la Mancha, Andorra, Gibraltar o Mónaco. Aunque también encontramos países como Panamá, Bahamas, Bermudas, islas del Índico...
Son innumerables las ventajas fiscales que reciben las empresas o ciudadanos que se domicilian allí. Podemos enumerar la exención parcial o total del pago de impuestos, o también ofrecer leyes o normas que no permiten el intercambio de información para propósitos fiscales con otros países
A finales del siglo XX, se estimó que la mitad del comercio mundial pasaba por paraísos fiscales; a inicios del siglo XXI el valor del capital depositado en estos territorios superaba los 11 billones de euros. Según un informe de la ONG Intermon Oxfam, esta cifra se ha elevado a 24 billones de euros, esto significa que un tercio de la riqueza del mundo está oculta en paraísos fiscales. Esta ONG considera que la pobreza del mundo se combatiría con 90.000 millones de euros. Datos que dan para pensar mucho y mal.

La existencia de paraísos fiscales perjudican a los países y sobre todo a los más pobres.
Como sucede en la mayoría de los ámbitos de la sociedad, los pobres son los más vulnerables ante estas situaciones. Una razón es porque sólo las élites adineradas pueden eludir sus obligaciones impositivas. Estas personas y empresas multinacionales siempre encuentran la manera de obtener beneficios y ventajas competitivas. Además, el secreto bancario facilita el blanqueo de dinero de hechos ilegales, corruptos, de venta ilegal u otros delitos. Y, por supuesto, estas acciones contribuyen a aumentar la crisis financiera y a destruir empleo y producción en algunos países pobres.
La existencia de paraísos fiscales y la evasión de impuestos en regiones ricas y pobres imposibilitan la recaudación impositiva, dinero que podría utilizarse para fines sociales y para el crecimiento y desarrollo económico de estos países.
Todo lo anterior se refleja en este período de crisis económica que vive España. Con el dinero que está fuera de él y al no pagar impuestos, el Estado no recauda y esto repercute en todos nosotros. La inversión es menor y se nota en la Educación, en Sanidad y en todos los recortes que hemos sufrido y que podrían haber sido de menor intensidad si todos, sobre todos los ciudadanos y las empresas pagasen sus impuestos en España.
Como conclusión, me atrevería a decir que en su vocabulario no existen las palabras solidaridad ni la palabra contribuir.





Ana Jaramillo Vela, 4º A

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contador de visitas