MADAYA: LA SINRAZÓN DE UN GUERRA
La ciudad siria de Madaya sufre un asedio de meses provocando que su
población se esté muriendo por la escasez de comida y medicamentos.

Madaya es una pequeña ciudad montañosa ubicada en Siria, aproximadamente a 40 Km al noroeste de Damasco en la Gobernación de la Campiña de Damasco y cerca del famoso Lago Barada. Sus habitantes son predominantemente musulmanes suníes. Cuenta con una población de 40.000 habitantes cercados y asediados por las tropas del régimen de Bashar al Asad y del grupo chií libanés Hizbulá desde el pasado mes de julio. Como consecuencia de esta situación, los habitantes sufren hambruna y desnutrición. Miles de vidas se encuentran amenazadas.
El hambre y la desnutrición son una de las consecuencias más silenciadas de la guerra en Siria. Y la sitiada ciudad de Madaya se ha convertido en un caso emblemático de la crisis. Se calcula que hay unos 1,200 enfermos crónicos y al menos 300 menores sufren desnutrición y enfermedades por la falta de alimentos, agua y medicamentos. Según datos facilitados por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 23 personas han fallecido por la falta de comida desde el 1 de diciembre, seis de ellas bebés de menos de un año. El último reparto de ayuda humanitaria tuvo lugar el 18 de octubre de 2015.
Nasir Ibrahim, un activista opositor que se encuentra en Madaya, asegura que las personas están comiéndose las hojas de los árboles. Los habitantes de Madaya, ante la necesidad consideran las hojas de las moreras como una “exquisitez”, las del olivo no, “ recientemente una familia se intoxicó comiéndolas”. “Es un lujo poder comer cada tres o cinco días” manifiesta Nasir.
En la misma línea se encuentran las declaraciones del doctor Khaled Mohammed, que trabaja en el hospital de campaña de la ciudad. Este declara que “los habitantes de la ciudad en manos de los rebeldes comen pasto para mitigar el hambre y han llegado a sacrificar a perros y gatos”.
El precio de la escasa comida que hay es desorbitado, el kilo de arroz puede alcanzar los 200 dólares y la leche en polvo, casi un bien de lujo, se paga a unos 400 dólares. La situación durante el invierno se ha recrudecido, si bien hay agua, las bajas temperaturas no facilita la vida de los ciudadanos de Madaya. No hay combustible para las estufas, así que se calientan quemando la madera que encuentran. Las medicinas escasean al igual que el instrumental médico y solo hay un hospital de campaña en la ciudad.
Una vasta campaña se desarrolló a través de las redes sociales a favor del envío de ayuda humanitaria, que junto a la presión de la ONU y de las ONG, como Save the Children , han conseguido que el pasado día 7 de enero, el régimen concediera el permiso para entregar la tan necesitada ayuda humanitaria.
Ana Jaramillo Vela
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