lunes, 9 de mayo de 2016

NUEVA EPIDEMIA...

... LA SOLEDAD

La soledad crónica se puede producir ya sea por un cambio de ciudad, de colegio o incluso por falta de tiempo para mantener buenas relaciones con familiares o amigos. Se han llevado a cabo estudios que indican que una de cada cuatro personas se siente sola.

Estas personas no tienen por qué ser solitarias de naturaleza pero aunque estén rodeados de gente se sienten socialmente aislados. El sentimiento de soledad al principio hace que una persona intente entablar una relación con otras personas, pero a medida que pasa el tiempo, esto se puede agravar hasta el punto de que esta persona empiece a retraerse de la sociedad. Y aunque tengan una gran cantidad de amigos, familiares o seguidores no se sienten en verdad en sintonía con nadie.

Las personas que se sienten solas suelen estar más angustiadas, deprimidas e incluso les cuesta más llevar a cabo actividades físicas. La soledad además tiene consecuencias físicas: se elevan los niveles de cortisol, el cortisol es una hormona que aumenta el estrés, también provoca microdespertares durante la noche, lo que produce que la persona se despierte más agotada y se reduce nuestra protección contra virus y aumenta el riesgo de las infecciones víricas.

Los resultados de numerosos estudios que implicaron a más de tres millones de participantes han demostrado que la soledad aumenta un 26% la probabilidad de mortalidad, aproximadamente igual que que la obesidad.

Lo más normal es que la familia y los amigos sean los primeros en darse cuenta de que esta persona sufre de soledad crónica. Cuando una persona esta triste e irritable, quizá está pidiendo que alguien le ayude y conecte con él.. La paciencia, la empatía, el apoyo de amigos y familiares, compartir buenos momentos con ellos, todo eso puede hacer que sea más fácil recuperar la confianza y los vínculos y, en definitiva, reducir la soledad crónica.

Debido a su frecuencia y repercusiones en la salud debería ser reconocida como un problema de salud pública Y se le debería prestar más atención el las escuelas y en los sistemas de salud.

Actualmente en varios países, principalmente en Dinamarca y Reino Unido, se han creado programas nacionales para concienciar a los ciudadanos de las consecuencias que esta patología puede llegar a tener.

Pablo Jiménez y Nacho Hernández

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