La
anorexia nerviosa es un desorden alimenticio y psicológico. Las
personas que padecen anorexia sienten un miedo real a engordar y
perciben una imagen distorsionada de su cuerpo. El individuo quiere
sentir dominio sobre su imagen corporal y su obsesión es similar a
una adicción a cualquier tipo de droga o sustancia.
Los
síntomas más importantes de este trastorno alimenticio son:
- El miedo a engordar que hace que los enfermos mantengan su peso por debajo del valor mínimo normal.
- Una escasa y controlada ingesta de alimentos. Los afectados miden meticulosamente la ingesta de calorías y siguen unas estrictas normas de alimentación.
- La distorsión de la imagen corporal. Las personas con anorexia piensan que están gordas y no perciben la pérdida de peso mientras los demás las ven excesivamente delgadas.
- Sentimiento de culpabilidad o desprecio después de haber comido. Los anoréxicos tienden a utilizar laxantes, provocarse el vómito o hacer ejercicio físico excesivo para quemar las calorías ingeridas.
- La pérdida de la menstruación, la debilitación del cabello y la hipotermia. La falta de nutrientes provocada por una dieta poco equilibrada afecta a la salud de los anoréxicos. El funcionamiento cardíaco se deteriora y los pacientes pierden densidad ósea.
El
tratamiento de esta enfermedad va mucho más allá de la recuperación
del peso perdido. Además de adoptar una alimentación nutritiva, el
individuo deberá someterse a una terapia psiquiátrica, lo que
implica que la cura pueda ser guiada tanto por un médico clínico,
como por un psicólogo. En algunos casos extremos, los pacientes
deben ser hospitalizados para recuperar su salud.
Las
cifras de enfermos de esta trastorno alimenticio están aumentando de
forma alarmante. Actualmente, afecta a 4 de cada 1000 personas, sobre
todo a mujeres de entre 14 y 18 años en países desarrollados.
Los
medios de comunicación tienen mucho que ver con esta enfermedad. Nos
llegan mensajes sobre lo que significa ser una persona atractiva que
nos hacen pensar que un buen físico va ligado a la delgadez extrema
y a su vez al éxito social. Todos conocemos los nombres de
delgadísimas modelos pero desconocemos los de personas con logros
tan importantes como el descubrimiento de un nuevo tratamiento contra
una enfermedad o la lucha por los derechos humanos.
Los
adolescentes somos los más vulnerables a esta enfermedad puesto que
nos encontramos en una etapa de inseguridades y complejos y nos
importa mucho lo que piensen los demás sobre nuestro aspecto físico.
Debemos
reflexionar acerca de los principios de nuestra cultura. Necesitamos
cambiar nuestros valores y definir lo atractivo de una forma más
amplia para que todas las personas se puedan sentir bien con ellas
mismas. Una solución a este problema sería introducir una nueva
asignatura en el instituto acerca de las propiedades de los
alimentos, así como los medios para lograr una vida sana.
Andrea
Monedero de la Orden
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