Se cumplen 70 años desde aquel 6 de
Junio de 1944, “El Día D”. Se toma como el día más importante
del siglo XX. Todo lo sucedido con anterioridad condujo a ese día y
todo lo sucedido después fue consecuencia suya. En aquel episodio de
la Segunda Guerra Mundial, infinidad de hombres sacrificaron sus
vidas por un muro que había convertido a Europa en una fortaleza, el
Muro Atlántico. Una fortificación de tal magnitud, que sólo el
ataque más ambicioso y audaz de la historia de la guerra sería
capaz de vencerla.
En 1941, la derrota a la maquinaria
bélica de Hitler era casi inimaginable. La guerra relámpago nazi
había tomado Europa en un abrir y cerrar de ojos. Tras fracasar en
un intento por la rendición británica, Hitler optó por solucionar
primero el frente ruso, pero tendría que proteger mientras tanto
unos cinco mil kilómetros de costa a poniente. Para ello, se formuló una defensa que cubriera cada kilómetro
de costa desde el Círculo Polar Ártico hasta los Pirineos.
La declaración de guerra de Hitler a
los E.E.U.U. provocó el acuerdo de las potencias aliadas para
derrotar a Alemania antes que a Japón, y casi inmediatamente, se
debatió la invasión de Europa. Todo rondaba alrededor de un plan
con años de preparación para entrar en el continente por el Canal
de la Mancha y llegar a Berlín.
Para la construcción de más de quince
mil posiciones defensivas a lo largo de la costa, se vertieron más
de trece millones de metros cúbicos de hormigón reforzados con
millones de toneladas de acero. Los muros de tres metros y medio de
espesor, eran tan gruesos que podían soportar bombardeos directos
sin recibir prácticamente ningún daño. Se levantaron inexpugnables
emplazamientos artilleros suministrados por vía férrea.
Mientras tanto, los aliados planeaban
la operación secreta “Overlord” dirigida por el comandante
supremo Eisenhower, encargada de penetrar Europa. Cinco divisiones
tendrían la tarea de invadir Normandía, donde las defensas alemanas
eran de menor magnitud y un ataque era más inesperado por su lejanía
a Alemania y su falta de puertos de calado profundo. Una división de
infantería consume quinientas toneladas al día. Pero lo que los
alemanes no sabían es que los aliados pensaban
llevar los puertos con ellos. Los llamados “moreras”, serían
puertos formados por barcos viejos que se hundirían en alta mar que
servirían de rompeolas y desde los que se tenderían muelles
flotantes hasta la orilla. Desde cada morera se podrían suministrar
diez toneladas diarias.
Los bombardeos aliados a las industrias
y estaciones ferroviarias alemanas, forzaron la retirada de la
Luftwaffe a Alemania para su defensa. Esto daba la superioridad aérea
aliada casi total sobre Francia. Para los alemanes cada vez estaba
más claro que no podían ganar la guerra y se vio al fuerte Muro
Atlántico como una manera de forzar las negociaciones de paz pues
poco a poco se iba sabiendo de los crímenes alemanes, y eso
imposibilitaría una rendición incondicional. Para reforzar el muro,
en las playas se fueron colocando una serie de obstáculos:
espárragos de Rommel, kilómetros de alambre, puertas belgas,
erizos, estacas, nidos de ametralladoras, etc. En ocho meses se
plantaron casi cinco millones de minas a lo largo de las playas.
Mediante la operación “Fortaleza”,
los aliados engañaron a base de contraespionaje, propaganda falsa y
armamento y vehículos de goma a los alemanes sobre el momento, el
lugar e incluso el mando de la operación de asalto.
Llegó “El Día D”. A medianoche
comenzaron a llover las tropas de élite detrás del muro que se
encargarían de asegurar los puentes y destruir las líneas de
comunicación. Comenzó el bombardeo. Los alemanes se despertaron
para ver la mayor flota jamás reunida, que superaba incluso a la de
“los Casacas Rojas” para la toma de Cartagena de Indias en el
siglo XVIII. En algunas playas, la artillería hizo que la infantería
al desembarcar no se encontrara con ningún muro, pero playas como la
de Omaha, eran una barraca de tiro al blanco. En cuanto se bajaban
las rampas de las lanchas Higgins, los soldados eran acribillados por
las ametralladoras, los morteros y las 88mm alemanas que batían la
playa causando tremendas bajas. No había donde retirarse, sólo
quedaba avanzar. Finalmente, los hombres comenzaron a alcanzar los
acantilados, y al atardecer, los aliados habían establecido una
cabeza de playa en la costa de Normandía.
Después de todo, el Muro Atlántico no
fue lo bastante fuerte para detener a los aliados, pero había tenido
éxito en ciertos aspectos. Había retrasado la invasión haciendo
ganar tiempo a Hitler. Prolongó la guerra y aumentó los costos
asociados a ella, no solo en tanques, armas y aviones, ni en las
ciudades destruidas, sino en civiles, soldados y prisioneros. El muro
desvió la invasión hacia Normandía, alejando a los aliados de su
objetivo final, Alemania. Y en las playas de Normandía, el 6 de
Junio de 1944, costó a los hombres su vida. Unas cuatro mil
novecientas bajas aliadas en aquel primer día, en su mayoría de la
playa de Omaha. Los aliados habían roto la infranqueable barrera en
catorce horas. En agosto, llegaron a París. En la primavera de 1945,
cruzaron el Rin, en Alemania. Ningún muro pudo defender a los nazis
a lo largo de la costa europea, ni pudo resistir las fuerzas de
cooperación del Ejército Aliado, ni aguantó una batalla.
Theo Doncel.
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