El
pasado 16 de abril, un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de
Richter sacudió una de las zonas más pobres de América Latina.
Arrasó de madrugada gran parte de Ecuador y ha provocado una
tragedia aún incuantificable. Se estima al menos 700 personas han
muerto y unas 16.601 han resultado heridas. Otras tantas
permanecen bajo los escombros. Ecuador se encuentra conmocionado. La
Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (departamento
de la ONU) estima que más de un millón de personas son víctimas
del terremoto.
En
esta zona geográfica los procesos tectónicos son abundantes por
encontrarse entre el límite de la placa continental sudamericana y
la del Pacífico. Esto ocurre en la zona del borde costero de Chile,
Perú y Ecuador, lugar donde se produjo el mayor terremoto que
conoció la historia humana de una magnitud de 9,5 en la escala
Ritcher, en el sur de Chile en 1960.

Esta
catástrofe ha provocado daños graves, los lugares más pobres han
quedado destruidos y los equipos de rescate no pudieron llegar hasta
pasado casi un día del terremoto debido a que las comunicaciones
eran imposibles a causa del colapso en las carreteras. Las víctimas
piden en un grito desesperado ayuda.

La tercera ciudad más afectada y donde todavía no han llegado los organismos de socorro es Pedernales, que tiene 55.000 habitantes (el 4% de la provincia). Su población se dedica a acoger el turismo que llega a sus playas. Hay algunos hoteles en la línea de playa, pero tampoco son edificios muy altos.
Los pobladores de las localidades afectadas por el terremoto buscaron refugio para pasar la noche mientras continuaban las réplicas. El alcalde de Portoviejo, Agustín Casanova, señaló que muchos vecinos se acercaron al aeropuerto de la localidad para tratar de salvaguardarse.
Casas derrumbadas, servicios públicos suspendidos y personas fuera de sus viviendas eran la tónica durante la noche en las localidades de Manta, Chone, Pedernales o Bahía de Caráquez. El alcalde de Manta, Jorge Zambrano, según el diario El Telégrafo, dijo que la ciudad registra serios daños de infraestructura. Entre las estructuras afectadas está la torre de control del aeropuerto, según la televisión pública.
En la costa sur del país, a 365 kilómetros de Pedernales, en Guayaquil, también colapsaron al menos seis estructuras, entre edificios e infraestructuras públicas.
El
Gobierno ecuatoriano trató de afrontar la tragedia como pudo. Las
redes de comunicación estaban hasta hace unos días saturadas e
interrumpidas, lo que generaba una gran confusión al impedir a la
gente comunicarse con sus familiares

Muchos
países y no solo latinoamericanos, también europeos y asiáticos
han mostrado su solidaridad con Ecuador enviando equipos médicos, de
supervivencia y efectivos humanos para la búsqueda de supervivientes
y víctimas de la catástrofe. También han realizado aportaciones
económicas para paliar el desastre.
Ana Jaramillo Vela
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